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Obispo, una calle habanera que invita a volver

Obispo, ubicada en la parte antigua de esta capital, se muestra ante habaneros y visitantes como una de las arterias más populosas y atractivas de la urbe.

11.07.2013 11:16 |  Oficina de Turismo de Cuba | 

Tiendas de ropa, pequeños negocios donde los artesanos exponen objetos y confecciones típicas de Cuba, galerías de arte, restaurantes, ferias, mercados y bares confluyen en esta vía cuyos orígenes se remontan al siglo XVI.

Considerada entre las más importantes de la ciudad, la calle tiene uno de sus límites entre la Plazuela de Albear, espacio dedicado al creador del emblemático acueducto, y la librería La Moderna Poesía, y se extiende hasta desembocar en la Plaza de Armas.

Para el historiador Arturo Pedroso, la trascendencia de la arteria reside sobre todo en su emplazamiento, teniendo en cuenta el trazado en damero de la ciudad, y su vinculación precisamente con la Plaza de Armas.

Obispo y O’Reilly eran las calles principales de entrada y salida de la urbe, dijo en entrevista con Prensa Latina el también especialista del Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

De acuerdo con Pedroso, sobre todo a partir del siglo XIX la calle se consolida como un gran corredor comercial, con la presencia de muchos bazares, tiendas pequeñas y otras especializadas.

"Todo el comercio minorista se fue aglutinando en esta calle, conjuntamente con O’Reilly", precisó el historiador, quien señaló que tal realidad la convirtió en un espacio animado, al cual concurrían los vecinos de La Habana.

Además, Obispo contó con el primer establecimiento fotográfico en la ciudad, fue de las primeras vías con alumbrado público y su pavimentación también estuvo entre las mejores, añadió.

Sin embargo, explicó, en las primeras décadas del siglo XX comienza a perder preponderancia ante otras vías como San Rafael y Neptuno, que le disputan el liderazgo tenido como calle comercial por excelencia de la ciudad.

En San Rafael se hacen nuevas tiendas, más amplias, por departamentos, y la modernidad se empieza a apropiar de estos corredores, ejemplificó.

A su juicio, a principios de ese siglo comienza a desaparecer la imagen tradicional de Obispo, e incluso algunos edificios nuevos rompen las regulaciones urbanas de la calle, como el entonces Banco Nacional de Cuba (actual Ministerio de Finanzas y Precios).

"La imagen urbana que tenemos de Obispo es de finales del siglo XIX y también del XX, las construcciones originales nada tienen que ver con las de hoy", explicó el especialista, al mencionar que las casas eran de dos o tres niveles.

Pedroso aludió igualmente a los toldos que antes se colocaban en los comercios con el propósito de aplacar el sol, y que proveían de sombra al establecimiento y a la calle, una tradición perdida también por esos tiempos.


Cambios de nombre

Las calles de La Habana sufrieron muchos cambios de nombre a lo largo de su historia y Obispo no sería la excepción, refirió Pedroso, quien recordó que tuvo entre otras denominaciones la del Consulado, y de San Juan, esta última porque conducía al Convento de San Juan de Letrán.

Después se le llamó calle de Su Señoría Ilustrísima; Obispo, porque se dice que en ella vivió el obispo habanero Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, e incluso Pi y Margall, en honor al tribuno y republicano español.

"En 1936, a petición del alcalde habanero Guillermo Belt y por la obra de Emilio Roig, primer historiador de la ciudad, se decide retomar el nombre de Obispo y es el que llega a nuestros días", dijo.

Lo cierto es que a pesar de dos proyectos (uno en el siglo XIX y otro en el XX) que pretendieron barrer con la arteria, Obispo alberga hoy edificios tan representativos como el Museo Numismático, la Droguería Johnson y la farmacia Taquechel.

Más adelante se levanta el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, y un poco después, en el costado del Palacio de los Capitanes Generales, una placa de la ciudad de Roma rinde tributo al luchador italiano Giuseppe Garibaldi.

Sobresalen también el Hotel Florida, antiguo palacete del siglo XIX, y el Hotel Ambos Mundos, donde vivió en la década de 1930 el escritor norteamericano y premio Nobel de Literatura, Ernest Hemingway, y donde cuentan escribió gran parte de su novela Por quién doblan las campanas.

En opinión de Pedroso, actualmente Obispo ha recuperado su esencia (la comercial), aunque "quizá no con la magnitud que tuvo en su momento".

Para llegar a este punto, mucho tuvo que ver el trabajo de restauración de la Oficina del Historiador, dijo el especialista, al destacar las labores emprendidas desde hace años por esa institución en disímiles puntos de la arteria. 
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