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Internacional | La Isla vive hoy una situación insostenible

Chile limitará el número de visitantes en la Isla de Pascua

El Gobierno chileno está preocupado por el crecimiento de la población de la Isla de Pascua y por los residuos generados por el turismo

16.08.2018 15:27 | 

El futuro de la Isla de Pascua vuelve a ser uno de los temas más importantes dentro de la agenda política chilena. La remota isla, que ya se ha enfrentado en el pasado a momentos que comprometieron su futuro, vive hoy una situación insostenible por el aluvión de turistas que desembarcan cada año para contemplar los moáis.

Sí al turismo controlado
Como las autoridades chilenas saben y los propios Rapa Nui comprenden, el futuro de la isla pasa de forma inexcusable por tener un flujo de visitantes constante que aporte a la isla el dinamismo económico que este territorio no podría encontrar de otra forma.

Sin ir más lejos, no hace tanto que las autoridades habían decidido abrir nuevas zonas para el turismo en la parte oriental de la isla. Así, queda claro el compromiso con una industria que es la principal de la región, pero que también está provocando algún problema que otro.

Algunos datos para comprender la situación
Es importante destacar que la Isla de Pascua es uno de los terrenos habitados más especiales de todo el mundo. La extensión de este islote no supera los 164 metros cuadrados, una superficie que, además, presenta una escasa vegetación y una infertilidad en los suelos que impiden el autoabastecimiento de la población.

Los alimentos y cualquier tipo de recurso deben viajar desde el continente. Sin embargo, la Isla de Pascua se encuentra a 3.700 km del punto habitado más cercano, un detalle que complica bastante la logística.

Con todo, el principal problema que tienen los habitantes de la isla no es el de traer hasta su terreno alimentos o materias primas. El verdadero inconveniente es el de dar salida a las toneladas de basura que se generan cada día, un problema que crece con el aluvión de visitantes que buscan disfrutar de los moáis de la antigua cultura de los Rapa Nui.

Para imaginar el impacto que tiene el número de visitantes en la región basta con señalar que la población de toda la isla es de poco más de 7.000 personas, mientras que los turistas superan normalmente los 100.000.

Esta es la situación que ha llevado al Gobierno chileno a intentar controlar el número de visitantes que viajan hasta la Isla de Pascua, todo basándose en un estudio que señalaba que de no ponerse freno a las visitas la isla tendría que ser cerrada por completo en 2023.

Una medida destinada a los chilenos
Si bien es cierto que los visitantes de cualquier nacionalidad generan un impacto ecológico sobre la isla de los moáis que pone en serio peligro su futuro, la verdad es que las autoridades están preocupadas por aquellos chilenos que han decidido afincarse definitivamente aquí.

El problema, según lo indicado por la subsecretaria de turismo de Chile, es que la población de la isla se ha duplicado en los últimos años y, por lo tanto, también lo han hecho la cantidad de basura generada y el número de vehículos.

Este crecimiento anormal de la población unido a las peculiares características del terreno son los ingredientes que parecen estar llevando a la Isla de Pascua a una situación insoportable. Sin ir más lejos, el volumen de basura alcanza actualmente las 7 toneladas diarias, de las cuales solo el 30% pueden ser recicladas adecuadamente, una tarea que además tiene que hacerse en territorio continental, lo que eleva los gastos y el impacto sobre el terreno.

Así, el Gobierno ha decidido limitar el tiempo que los viajeros podrán quedarse en la Isla de Pascua, poniendo especial interés en que estos no terminen por asentarse definitivamente en ella.

Una situación con algunos precedentes
Aunque en la actualidad la Isla de Pascua presenta un aspecto árido y unos suelos nada fértiles, esto no siempre ha sido así. La isla era un vergel con abundante vegetación y una población estable de Rapa Nui que sabía cultivar de forma excelente el terreno.

No obstante, entre el siglo XV y el XVII la isla perdió buena parte de su vegetación y acusó un descenso demográfico importante. Siempre se ha mantenido que esto fue debido a problemas ecológicos que desajustaron el ambiente, algo que parece estar sucediendo de nuevo por la acumulación de basuras de todo tipo.

En definitiva, las autoridades gubernamentales chilenas no quieren que el cierre de la isla se haga obligado por motivos ecológicos, por lo que han activado un plan de choque que limitará la estancia de los viajeros para que todos puedan seguir disfrutando de los moáis y sus espectaculares siluetas.