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Internacional | un ambiente intenso, colorido y vibrante

Río de Janeiro también se disfruta en invierno

Con un amplio abanico de museos, parques, experiencias gastronómicas y culturales, la ciudad brasileña recibe al turista ofreciendo un gran repertorio de sorpresas.

19.07.2018 17:24 |  América do Sul Conteúdos | 

No sólo de playas vive Río de Janeiro. El invierno carioca tiene sus encantos: el clima más fresco permite recorrer la ciudad y disfrutar su cultura, sus leyendas deportivas y su patrimonio gastronómico.








El Maracaná y sus glorias deportivas

El paradigmático Estadio Periodista Mario Filho, mejor conocido como Maracaná, es un hito del futbol brasileño. Los momentos históricos, tales como la noche del Maracanazo en 1950 o el milésimo gol de Pelé, en 1969, son homenajeados en una galería abierta al público que recupera los llantos, risas y gritos de la hinchada.
El “Maraca” fue restaurado en ocasión de la final de la Copa del Mundo en 2014. Las remodelaciones le dieron más lustre a la exhibición de sus momentos históricos, donde los visitantes pueden conocer los vestuarios, galerías, y la cancha.
Los turistas pueden comprar las entradas por medio de la página web del estadio o en sus propias boleterías, para visitas guiadas grupales. También hay descuentos para estudiantes, niños entre 6 y 10 años, y personas con capacidades especiales. Para quienes no se manejen bien con el idioma local, existen las visitas con guías bilingües en horarios predeterminados que deben consultarse de modo previo.

Museos con vista al mar
Como parte de la revitalización de la Zona Portuaria previa a las Olimpíadas de 2016, la ciudad sumó dos espacios de primer nivel: el Museo del Mañana y el Museo de Arte de Río, más conocido como MAR.
Ambos están situados en la Plaza Mauá. El Museo del Mañana es un espacio futurista que todo visitante de Río debería conocer. Allí toman cuerpo las interrogantes "de dónde venimos?" y "hacia dónde vamos?", en un edificio que asemeja a un submarino y termina siendo un espacio de debate y estudio sobre el impacto de nuestras acciones y cómo podemos frenar el deterioro de los recursos de nuestro planeta.
Con asesoría de instituciones como el MIT, la NASA o empresas como Google, el museo carioca es desafiante para quienes se le animen. Se sugiere comprar las entradas con antelación porque las filas largas suelen ser una constante.
El MAR propone la conjunción de distintas capas históricas de la arquitectura de Río. Se trata de un complejo compuesto por tres edificios. Por un lado, el Palacete Don Joao VI, en donde se encuentran las muestras de obras artísticas. Luego, a su lado, se planta un edificio modernista que, en otros tiempos, albergó al antiguo hospital de la Policía Civil. Por último, el espacio del extinto terminal de autobuses de Río, que contiene el área técnica del museo y la taquilla.
La colección de este museo incluye fotografía, plástica y arte conceptual moderno y contemporáneo. Ideal para ir con niños y adolescentes por sus múltiples actividades que conjugan entretenimiento y didáctica.

En Lapa la noche es bohemia
El lado bohemio de este tradicional barrio carioca atrae a quienes buscan la vibrante combinación de diversión, música y baile. Su impronta artística es resaltada por sus arcos imponentes, por encima de los cuales transita el tranvía (bondinho) que recuerda por momentos a los de Lisboa. Conectado con el bucólico barrio de Santa Teresa, Lapa se ha convertido en una de las postales más requeridas de Río y una de las más fotografiadas y publicadas en redes sociales.
Los adoquines de sus calles, y arte callejero forman parte de su encanto. En sus principales vías se encuentran distintos locales de música en vivo tales como Río Scenarium –en la Rua do Lavradio 20-, Carioca da Gema –en la avenida Mem de Sá, 79- y la Fundição Progresso –en la Rua dos Arcos, 24- en donde se escuchan samba, chorinho y funk, respectivamente.
Para llegar hasta los arcos de Lapa en el bondinho puede salirse de la terminal, ubicada en el centro y pagarse una excursión que sale cada media hora. El paseo incluye caminatas por el Largo dos Guimaraes, el Parque das Ruinas y al Museo Chácara do Céu que queda en el morro de Santa Teresa. Aplican algunos descuentos a estudiantes y mayores de 65 años que deben constatarse en la propia boletería.

Acuario Marino de Río (AquaRio)
Es el mayor acuario de América del Sur y uno de los lugares con entretenimiento para todas las edades: los más chicos estarán sorprendidos y los adolescentes insistirán en fotografiar todo a su paso. La impresionante estructura posibilita el contacto visual con las más variadas especies de río y de mar dela fauna brasileña.
Sus 26 mil metros 2 contienen aproximadamente unos 4.5 millones de litros de agua, ocho mil animales de 350 especies diferentes. El tanque principal surte al denominado Recinto Oceánico, un espectacular conjunto que simula las profundidades oceánicas con miles de animales que interactúan como si se tratara de la naturaleza, respetando ciclos de vida, reproducción y supervivencia.
El Acuario se complementa con un Museo de Ciencias Marítimas, docenas de exposiciones temáticas permanentes y mucha información visual y especial para personas con discapacidad. Las entradas pueden comprarse directamente en las boleterías. Al igual que en otros museos hay una tienda de souvenires que incluyen publicaciones para niños y material conservacionista.

Para un buen gusto, un buen boteco
Los botecos (bodegones) de Río de Janeiro son el punto de encuentro de los cariocas. No es casual que muchos de ellos se hayan convertido en patrimonio de la ciudad y son espacios de confraternización que reflejan un rasgo característico los habitantes de Río: el aprecio por la informalidad.
La importancia de este tipo de restaurantes para los cariocas es tanta que existen rankings especializados en los mejores botecos, por categorías, desde sus petiscos (entradas), pasando por su ambiente, su gastronomía (¡no hay gastronomía más auténtica, tradicional e innovadora que la de los buenos bodegones cariocas!), hasta la calidad de su cervezas y cócteles. En suma, además de establecimientos de consumo gastronómico, también son polos de consumo cultural; grandes compositores, escritores, músicos, deportistas y artistas plásticos han dejado su huella en muchos de ellos.