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Litoral | emociones y tradiciones

Colonias y parajes rurales en Entre Rios

En los alrededores de Colón, en la provincia de Entre Ríos, la propuesta de turismo rural está compuesta por historias de inmigrantes, un hermoso paisaje y una tierra con su gente de tradición aferrada al trabajo artesanal.  

03.07.2017 13:33 |  Turismo & Gestión | 

Todos estos elementos se conjugan en un mix de emociones y tradiciones. Estos caminos rurales son una invitación a sus paseos turísticos, producción y degustación de alimentos saludables, actividades de campo y alojamiento rural, para disfrutar en familia, en pareja o con amigos.
El turismo rural en los alrededores de Colón, ofrece una atrapante cultura campestre. Al indagar y conocer sobre las raíces históricas de las Colonias que integran esta propuesta turística, es posible vivenciar experiencias únicas, de campo, todo en un entorno paisajístico delineado por el Río Uruguay como corolario de una pintura impresionista de Charles-François Daubigny.
La Tierra de palmares es un ambiente natural, entendido éste en un sentido amplio de la palabra, con una geografía agreste donde conviven familias rurales que abren apasionadamente las tranqueras de su terruño para compartir entre mates e historias, la esencia de un turismo responsable a través de un intercambio cultural respetuoso entre el visitante y el anfitrión.

Colonia Hughes y el Falansterio Durandó
Situada al sudoeste de la ciudad de Colón, a tan solo 13 kilómetros, se encuentra esta pequeña colonia rural que nació en 1871 por iniciativa de Luis Hughes. Al ingresar al poblado, en una de sus viejas casonas, existe una exposición y venta de antigüedades que le dan la bienvenida al mundo rural, sulkys, carruajes, arados, muebles, entre otros elementos, logran comprender la vida en estas latitudes hace más de 145 años. En el pueblo existe también, una capilla de 1895 dedicada a San Luis Gonzaga.
Pero Colonia Hughes atesora una extraña historia, tal vez poco conocida por el común de las personas que transitan y eligen el Litoral Argentino para vacacionar, pero que se atesora en los libros de historia y que le dan un valor especial al lugar, se trata del Falansterio de Durandó.
Juan José Durandó, de origen suizo, junto a su familia, se radicó en un campo de esta Colonia en 1888, iniciando un establecimiento agrícola en el que llegaron a convivir hasta 120 personas, pero en forma de comunidad que se autoabastecía y en la que se practicaba la modalidad del trueque.
Los falansterios surgen de la obra del filósofo francés Charles Fourier sobre el socialismo utópico, el ideal era una sociedad agrícola donde las personas habitaran en un único edificio rodeado de tierras cultivables. A cada persona le correspondería un trabajo según su inclinación, que lo podían alternar para evitar la rutina.
El Durandó contaba con sembradíos, frutales, una gran huerta, invernáculo, herrería, carpintería, zapatería, sastrería, escuela de primeras letras, artes y oficios, producían vino y grapa.
También, en Hughes, es posible visitar una granja educativa con visitas guiadas, para conocer sobre la cría y características de aves ornamentales de gran atracción por su plumaje colorido, como los faisanes, pavos reales, entre otras especies.

La capilla de San Anselmo

San Anselmo es una colonia situada a 16 kilómetros al sur de Colón, y que por su ubicación cercana al río Uruguay, ofrece alternativas turísticas utilizando al río mismo como generador de actividades como kayakismo, paseos en lancha, cicloturismo y senderismo a la vera del río.
Aunque no deja de estar presente el turismo rural entre sus establecimientos, con cría de caprinos, y producciones de queso y dulce de leche de cabra.

Una de las particularidades de San Anselmo es su capilla, una construcción de piedra, una rareza para la zona. Es una pequeña joya arquitectónica que se inició a mediados del año 30 del siglo pasado. Sus paredes son irregulares y con un sistema francés de 110% de pendiente por metro cuadrado en su techo. La devoción cristiana de los habitantes de Colonia San Anselmo se refleja en esta construcción concluida en 1939, la piedra utilizada fue de una cantera de la zona que también se utilizó para la construcción de la Basílica de Lujan.

El Molino Forclaz
Al noroeste de la ciudad de Colón a tan solo 4 kilómetros y a medio camino hacia San José, se alza esta magnífica obra arquitectónica de fines del siglo XIX construida entre los años 1888 y 1890.
Este particular molino de estilo holandés, fue alzado por el inmigrante suizo Juan Bautista Forclaz, cuya finalidad era moler granos de trigo y maíz, necesitaba vientos muy potentes para funcionar dado a sus características, y fue por ello que nunca llegó a funcionar plenamente dado a la escasez de éstos, y su dueño tuvo que volver al viejo sistema de molienda llamado malacate.
La base del molino es de 25 metros de circunferencia y sus paredes de 1 metros de espesor, realmente una increíble construcción que retrata la historia y la cultura de la región. En 1985 fue declarado Monumento Histórico Nacional y en 2003 Patrimonio Arquitectónico de la provincia de Entre Ríos.
Hoy es posible visitar todo el conjunto, la antigua vivienda, los galpones de depósito, el malacate, el aljibe, entre otras que junto al molino conforman la expresión de las chacras de inmigrantes de la Colonia San José. En períodos de vacaciones y fines de semana largos, se realizan visitas guiadas teatralizadas y visitas nocturnas.

La naturaleza, las tradiciones y la gastronomía, se conjugan en esta propuesta en la zona rural de Colón, Entre Ríos, un pintoresco collage de emociones, se presenta como un imperdible para conocer y compartir la historia de la inmigración en la zona.